Hay que saber dudar donde es necesario, aseverar donde es
necesario, someterse donde es necesario. Quien no lo hace no escucha la fuerza
de la razón. Los hay que pecan contra estos principios, o bien aseverándolo
todo como demostrativo, por no entender de demostraciones; o bien dudando de
todo, por no saber dónde hay que someterse; o bien sometiéndose a todo por no
saber dónde hay que juzgar.
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El mundo juzga bien de las cosas porque se halla en la
ignorancia natural, que es la verdadera sede del hombre. Las ciencias tienen
dos extremos que se tocan. El primero es la pura ignorancia natural en que se
encuentran todos los hombres al nacer. El otro, aquel a que llegan las almas
grandes que, habiendo recorrido todo lo que los hombres pueden saber,
encuentran que no saben nada, y se encuentran en esa misma ignorancia de donde
partieron; pero es una docta ignorancia que se conoce a sí misma. Aquellos que
han salido de la ignorancia natural y no han podido llegar a la otra tienen
cierto barniz de esta ciencia suficiente y se hacen los entendidos. Perturban
el mundo y juzgan mal de todo. El pueblo y los hábiles componen el tren del
mundo; aquéllos lo desprecian y son despreciados. Juzgan mal de todo y el mundo
juzga bien de ellos.
Pascal, Pensamientos, Guadalajara, Ditoria Hormiga,
2009, Colección del Semáforo, 1. (Tomado de la edición de Espasa Calpe, Madrid,
1940.)