Acerca la editorial

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Con más de setenta títulos publicados desde su fundación en 1995, Taller Ditoria es resultado de un ejercicio singular en el ámbito de la edición, no sólo por la calidad de sus contenidos literarios y nómina de autores, sino también por sus resultados estéticos y formales: libros enteramente artesanales desde la tradición tipográfica. Libros de artista cuyos textos son formados en tipos móviles e impresos en prensa plana Chandler & Price 1899 –La Toñita–, así como cosidos y encuadernados en rústica a mano; cada título con su diseño propio, en tiraje reducido. Taller Ditoria es dirigido por su fundador, el pintor y editor Roberto Rébora. Jorge Jiménez, quien lo ha acompañado en la aventura desde el inicio, es el maestro tipógrafo y encuadernador que materializa el diseño concebido para cada obra por publicar. La impresión está a cargo de Gilberto Moctezuma, junto con La Toñita. Luz de Lourdes García Ortiz, editora, se encarga de cuidar las ediciones y de otras labores que atañen a la editorial. Taller Ditoria es un espacio de experimentación formal riguroso, animado por el intenso gusto de realizar ediciones de características propias.


Cuando el poder descubre que la libertad de opinión obstruye el trote de su arbitrariedad, exprime las cuatro debilidades del intelecto: la seducción de las apariencias; la golosina de los sofismas; el soborno del egoísmo y, finalmente, los pleitos y las envidias de los hombres de letras. No hay clase tan indispuesta a actuar como cuerpo como la de los hombres de letras. Todas sus opiniones son solitarias y desarticuladas. El peso de los argumentos nunca es suficiente cuando impera el ánimo individual. Los propósitos del hombre de letras son siempre personales; su vanidad es descomunal mientras su apego a la verdad es francamente remoto. No vive para la preservación de la especie sino, en algún sentido, para su destrucción. No lo gobierna la búsqueda del consenso sino el apetito de contradicción. Sólo admitiría que algo está bien o mal si ha sido él quien lo detectó. Incluso, por amargura o simplemente por hacerse el interesante (sobre todo si recibe un buen pago), está dispuesto a probar que las mejores cosas del planeta son las peores y las más detestables son ideales. No es que lo domine abiertamente la codicia; es que ésta se filtra en él silenciosa e invisiblemente al cortejar su vanidad.

[...]

Nunca se había inventado algo tan conveniente a los rufianes modernos como esa ficción de Legitimidad. La mentira da en el calvo: justamente entre el servilismo y la pedantería. Los escultores de ese ídolo han superado a todos los traficantes de amuletos, sean judíos, gentiles, cristianos. El principio de la idolatría es siempre idéntico: necesidad de encontrar algo venerable, sin saber qué es o por qué se le admira; amor a un efecto sin comprensión de la causa; admiración que no deshonra nuestra vanidad; elevar algo a los cielos para envanecernos de que fuimos nosotros quienes lo alzaron. Mientras más retorcidas sean las formas de adoración, más nos halagamos. Mientras más innoble sea el objeto de culto, más esplendorosos serán sus atributos. Mientras mayor sea la mentira, mayor entusiasmo habrá al creer en ella y mayor codicia al tragársela. [...] Pero los creadores de esa nueva ficción legal de la Legitimidad han inventado una nada. Los antiguos a veces adoraban el sol o las estrellas; sacralizaron héroes y grandes hombres. Los modernos han encontrado la imagen de la divinidad... ¡en Luis XVIII! [...] No creen que los dioses sean dioses pero hacen creer que lo creen, degradando a sus iguales a la categoría de imbéciles. La Legitimidad responde a esa perversidad. Esa falsa doctrina jorobada que los miembros de la Sociedad Humanitaria del Derecho Divino han sobrepuesto al altar de la libertad no es solamente un espectro: es una farsa. Es un prejuicio, pero un prejuicio consumado; es una impostura que a nadie engaña. Es poderoso sólo por la impotencia; su resguardo es el absurdo y su raíz son el temor y el odio.

William Hazlitt, De la relación entre los tragasapos y los tiranos (Colección del Semáforo, 13; trad. Jesús Silva-Herzog Márquez, México, Ditoria Hormiga, 2011)