Roberto Rébora: editor y artista gráfico
Berta Taracena
Taller Ditoria, fundado y dirigido por Roberto Rébora, publicó un libro fascinante con pinturas y textos del propio artista.
Edición poco común porque en sus páginas el autor defiende, sobre todas las
cosas y como siempre, su propio modo de pensar. Naturalmente, eso incide en el
contenido estético de cada página, bellamente diseñada, y en el conjunto del
libro invita a los lectores a participar y ser parte de la exposición que les
presenta.
El título del
libro, Inmaterial, contiene, en
términos esenciales, lo realizado por Rébora en su campo de trabajo a lo largo
de tres décadas, labor llevada a cabo con el escrúpulo de la selección y el
rigor de la síntesis. Dos escollos se levantan frente a la editorial; aparecen
cuando se intenta formular el balance de la cultura en cualquier área dentro de
un ambiente como el nuestro, tradicional y paradójicamente revolucionario, con
nutrido público de desvalidos culturales y, al mismo tiempo, con promociones de
refinada inquietud y real acierto en la lucha por la creatividad como función
orgánica, según se hace evidente en Inmaterial.
Tales dificultades son el miedo a convertirse en un éxito aislado y el
pesimismo de creer que nos falta mucho por andar para entender ciertas
expresiones de avanzada, lo cual es infructuoso porque conduce a nada, pero es
resuelto en acertadas técnicas de difusión por Taller Ditoria.
Para Rébora, el
arte es movimiento que ha de realizarse a través de la conciencia del artista,
actual o histórica. En las formas del arte de José Clemente Orozco, primer
referente de nuestro pintor y editor, en su lenguaje plástico surge un natural
enriquecimiento a medida que avanza el tiempo y se fusionan la tradición
cultural, la propia de México desde la época prehispánica, y la global del
mundo entero, vistas con la penetrante mirada del muralista y lo llevó a
originar un arte por igual clásico y barroco, antiguo y contemporáneo. Esas
reflexiones, nacidas en una conversación entre Rébora y yo, me llevaron a
preguntarme sobre quién va a recibir el emblema del gran arte de Jalisco, aquel
erigido por genios impares como Orozco y el Dr. Atl... ¿Podría ser Roberto
Rébora? Por ahora no podremos saberlo, pero lo cierto es que en Inmaterial encontramos las posibilidades
de que lo sea: ahí están las reproducciones de sus excelentes pinturas Autorretrato gritando, Árbol, Discusión en el mar, Crimen detrás de la imagen, Intimidad, Fama, Smog, Padre furioso, Movimiento social, Ula-ula, Ser.
Rébora sondea,
por medio de cinético color orgánico y rica semántica ideográfica, el espacio
circundante, mostrando que ante nosotros no hay una perspectiva vacía sino un
espacio todavía practicable, una situación por fecundar. Resulta apasionado en
sostener que hay tantas vías expresivas como hay emprendedores plásticos en el
espacio temporal y lo cual resulta productivo tanto para la pintura como para
su editorial, así como para la cultura en México. En todo caso, la obra gráfica
de Rébora y su Inmaterial son la
propuesta original y fantástica de un gran artista y rebelde.
El presente comentario de la crítica de arte Berta Taracena fue escrito para el libro Inmaterial (México, Taller Ditoria, 2011) , en el cual por diversas razones no fue incluido. Fue publicado recientemente en el libro del propio Roberto Rébora, Materia y discurso de fe / Matter and
Discourse of Faith (México, Turner-Páramo, 2016).