Historia de la tijerilla agnóstica
Un día de ésos, la tijerilla murió y llegó de casualidad
frente a Dios. El viejo estaba cansado, había trabajado todo el tiempo para
reparar las fallas de su creación y no tenía ganas de estar discutiendo sobre
méritos y culpas. Miró a la tijerilla y dijo:
—Bueno, recortabas...
—He recortado conceptos listos para el uso en cualquier
ocasión. No será la muerte la que me encuentre desprovista de ideas.
—¡Tú eres agnóstica!
—Yo me las veo con los piojos y con el destino.
Así tenía que terminar. Dios, impaciente por la arrogancia
de ese insecto, decidió apurar el proceso.
—Te condeno a no saber nunca la verdad.
El viejo había trabajado todo el tiempo para reparar las
fallas de su creación. ¡Ya lo hemos dicho! Estaba cansado y probablemente
distraído. Sea lo que sea, al oír semejante condena la tijerilla empezó a reír,
y a reír, y a reír, y muriéndose de la risa regresó a la vida, desapareciendo
del ojo incrédulo de Dios.
Marco Perilli, La
historia de la tijerilla agnóstica (trad. Francesca Gargallo, ilust.
Roberto Rébora y José Clemente Orozco Farías, México, Taller Ditoria, 2001)