cinco
lo único que hace que una
línea no caiga
es la tensión existente
entre sus miembros,
creada, estirada sin
estridencia, sin guerra
–la fija un pensamiento
que está en el aire, fuera,
el soporte es puro
blanco-ficción,
así una levedad sostiene
una gravedad en acto
–atraída desde abajo por
una manzana
toda línea sostiene un
horizonte
–escarbando el vacío en
busca de algo
que sin ser mentira no
corra la suerte de la verdad–
liebre disparada al caño
que la apunta–
la línea se suspende por
autonomía
sin temer la carta de
despido, dedos en el teclado
el sol de siempre, único
que tenemos, deja su proyección de ave,
sombra en el agua